El alcalde de Miño, Manuel Vázquez Faraldo, se marca como prioridades que el campo siga abierto y que el Concello recupere parte del dinero que reclamaba. Y ese doble objetivo lo plasmará, en cuanto pueda estudiar el nuevo escenario al detalle, en una próxima reclamación ante el juzgado para la ejecución hipotecaria mediante subasta. Así, con el dinero de la venta se le resarcirá en parte de sus derechos de prenda, que se remontan a las expropiaciones realizadas hace casi 20 años.
Tal como indica el escrito de la Audiencia Provincial, la ejecución se realizará de forma separada del resto del concurso y del proceso de liquidación de Martinsa-Fadesa.
En primer lugar, y siguiendo las pautas que marca la Ley de Enjuiciamiento Civil, se realizará una tasación sobre el campo de golf. Un cálculo nuevo, que tendrá en cuenta el deterioro del activo a medida que sufrió diferentes contratiempos relacionados con una gestión errática que lo fue vaciando de jugadores y degradando sus calles. Tampoco el número de practicantes es ahora el mismo que cuando el campo abrió, puesto que, después de tocar techo en el 2008, las cifras de licencias de golf en España comenzaron a descender.
El precio mínimo de compra no podrá ser nunca inferior al 75 % del valor de tasación estimado del campo.
Pleno interés del gobierno local
En cualquier caso, Miño tiene en el campo de golf un activo que el gobierno local quiere que repercuta primero en sus cuentas, para luego potenciarlo en la medida de sus posibilidades. «Se trata de un recinto deportivo que aporta valor no solo a la oferta turística del Concello, sino también a la calidad de vida en la urbanización y en el resto del municipio», considera Faraldo.
El campo de golf de Miño abrió en el 2007. Alquilado en un principio a la empresa de gestión de golf Aymerich, la relación terminó en el 2012, cuando el servicio comenzó a deteriorarse. Entonces, asumió el alquiler del recinto Gerardo Mosquera, pero fracasó en su intento de darle viabilidad y dotarlo de unos etándares mínimos de calidad. Su empresa, Gealbe Golf, solicitó la liquidación voluntaria a finales del 2016. A principios del 2017 Manuel Basanta asumió la gestión del complejo, pero el número de socios se desplomó, el ambiente en el campo se enrareció y finalmente terminó abandonando a principios de este 2020. Fue entonces cuando Jorge Vázquez, que había trabajado durante años en el campo, y como responsable del Club de Golf Ártabro, afrontó el reto de mantenerlo activo hasta que saliese a subasta. Entre otros poyectos de mejora de las instalaciones, trató de ampliar el calendario de actividades y puso la escuela de golf del campo en manos de un profesional de prestigio como Kiko Luna.
Ahora, el campo de Miño encara una nueva etapa, cuyos siguientes pasos irán pautando los juzgados. Si el recinto no se vendiese en una primera puja, el Concello podría quedarse con el complejo para venderlo, alquilarlo, concesionarlo o gestionarlo directamente. Si bien la intención del actual alcalde es que sea adquirido en subasta y pase a ser explotado por una empresa solvente.
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